EL CRUCIFIJO

domingo, 14 de septiembre de 2008

El joyero estuvo mostrando a la señora unos collares y anillos y más tarde un surtido de relojes. Ella retorcía el rostro dando a entender una y otra vez que no era lo que andaba buscando. Abatido se encogió de hombros, parecía que esta venta no iba a cuajar. Entonces la clienta le explicó que era para un regalo y que en realidad no quería gastar mucho. El vendedor le preguntó de cuanto disponía. Le enseñó un billete de diez y otro de veinte. Sonrieron, tenía una manta llena de crucifijos relucientes, en un segundo se decidió: “Este”. La mujer se marchó contenta y el hombre quedó satisfecho una vez más lo había conseguido; acababa de vender a Jesús, por treinta monedas.

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